SEMANA SANTA

Esta Semana Santa de 2013 quedará grabada en la memoria de todos los marcheneros, como en la que por primera vez en la historia, un joven músico marchenero, JAVIER CARMONA BONO, que además es socio y accionista del Real Betis Balompié, compuso una marcha procesional que lleva por título "BARRIO DE SAN JUAN", la acogida entre el público y la crítica de los expertos ha sido de gran éxito, aquí os la dejo, tanto en audio como procesionando en la calle, enhorabuena Javier, esperamos que sea la primera de las muchas con las que nos tienes que seguir deleitando.





Nuestra Semana Santa 
Hablar de la Semana Santa en Marchena es hablar del pueblo en sí –son los días grandes del pueblo–, es hablar de la esencia de una villa que, llegando la Cuaresma, cuando el azahar florece, también florece lo mejor de cada marchenero.
El pueblo se involucra en sus Días Grandes desde semanas antes: jóvenes y menos jóvenes costaleros que ensayan por las calles cuando cae la tarde de los viernes cuaresmales; mujeres que preparan las ropas de nazarenos y cuidan de que las ropas de las Sagradas Imágenes luzcan mejor que nunca; niños que ensayan con sus bandas de música. El olor a torrijas y azahar perfuma lo que se viene anunciando: la Semana Santa está al llegar.
No hablamos de una Semana Santa cualquiera; hablamos de la tercera Semana Santa más antigua del mundo, por detrás de la de Roma y la de Sevilla, declarada Patrimonio Histórico Andaluz donde, tal es su antigüedad, que aún desfilan Imágenes basadas en los Evangelios Apócrifos en iconografía alegórica.
Comienza la cuenta atrás, cuando la Señora de Marchena y el cuerpo yacente del Señor del Santo Entierro salen a la calle para realizar el Via Crucis y anunciar la inminente fiesta, el viernes anterior al Viernes de Dolores. Al pasar una semana, serán muchos los marcheneros que desfilarán ante los pies de Nuestro Padre Jesús, depositando sus besos, para hacerle saber que desean encontrarse muy pronto con Él en la calle. Los sentimientos se disparan, los nervios y la emoción se hacen patentes en el día a día: ya está aquí la Semana Santa.

  Y el Domingo de Ramos, las puertas de San Agustín se abren para que el Señor y María Santísima de La Palma hagan su Entrada Triunfal en Marchena. La Hermandad más joven de Marchena no podía ser llevada de otra forma que por los más jóvenes. Los niños acompañan al Señor en su paseo triunfal el mismo día que al Señor le acuerdan sus enemigos darle muerte injusta. Y todo una belleza es ver la salida de María Santísima de La Palma; seguro que les emociona tan complicada salida.

  Llegamos al Miércoles Santo donde, desde la calle Santa Clara, sale el Señor de la Humildad. Sentado en una piedra, mientras reza esperando la Cruz que le preparan, el Señor hace patente y muestra la virtud que lo hizo grande: la Humildad como manso cordero de Dios. Nuestra Señora de los Dolores no puede dejar solo a Nuestro Señor en su Pasión.

Y llega el Jueves Santo: estamos en pleno apogeo de la Semana Santa. Las puertas de San Sebastián se abren para dar la bie de Jesús. El Niño envenida una vez más al “niño”, como se le conoce en Marchena: el Dulce NombrJesús con la cruz a cuestas nos recuerda el motivo por el que vino al mundo, su destino marcado de morir en la Cruz. Su madre lo acompaña detrás de Él en su paso de palio, recordando la profecía del Santo Anciano Simeón, el primero de los puñales y de los siete dolores que en forma de puñal se le clavaron a nuestra Madre. Escolta al “niño” su Guardia Romana, primera Guardia que salió en Marchena acompañando una procesión.

En la noche del Jueves nos damos cita en San Francisco, donde el Señor de la Veracruz, acompañado de su precioso paso, único en un Paso de Cristo Crucificado que ustedes podrán admirar, anuncia su muerte en la Cruz. Lo acompaña su Madre, Nuestra Señora de la Esperanza que, como su nombre indica, y con sus nazarenos de túnica verde del propio color, anuncia la Esperanza que llegará el Domingo de Resurrección. 

Aún es de noche –ya estamos en el Viernes Santo– y la multitud se agolpa en la Plaza de San Miguel. Aún no amanece, pero esta noche en Marchena nadie ha dormido aún; y es que nadie puede conciliar el sueño sabiendo que está a punto de llegar el momento grande de Marchena. Son las seis de la mañana y, puntualmente, las puertas de la Iglesia de San Miguel se abren. Aparece la Cruz de Guía y, acompañado por música de capilla, aparece el Señor de Marchena, Nuestro Padre Jesús Nazareno, para un año más encontrarse con sus hijos marcheneros. La Plaza rompe en un sonoro aplauso cuando el Señor cruza el umbral y, al grito de “viva Jesús Nazareno”, ya se encuentra “Jesús” en la calle –como siempre se le conoce en Marchena–, un año más junto a sus hijos.

Suenan las auténticas saetas, las saetas originales, las saetas marcheneras. Marchena, cuna de la saeta, que no es como actualmente conocemos la saeta, una vez que a la saeta se le añadió el flamenco. La saeta original nació como un pregón que anunciaba por las calles del pueblo la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor y que, en principio, en las capitales estuvo mal visto como algo impropio y despectivo por parte de los pueblerinos que acudían a las capitales a presenciar las procesiones y, a día de hoy, no se concibe la Semana Santa sin la saeta, sin el cante hecho sentimiento puro que ablanda el corazón del más duro y ponen los nervios a flor de piel. En Marchena se sigue manteniendo ese Pregón espontáneo por las calles, recordando al gentío los tramos de la Pasión y Muerte de Jesús.

San Juan se ha dado cuenta de que el Señor camina portando la Cruz y decide ir detrás de Él. También lo sigue Nuestra Señora de las Lágrimas, procurando Nuestro Señor que su Madre no lo vea camino del Calvario. En la Plaza Alvarado, Judas espera al Señor donde, ante la Guardia Romana, entrega al Maestro con un beso de traición. El Señor prosigue su lento caminar acompañado por miles de promesas que lo conducen y le alivian su peso de la Cruz hasta El Mandato en la Plaza Ducal.

Y en la Plaza Ducal, la Guardia Romana, con todo su esplendor, escoltará al Señor de Marchena por su regreso triunfal a Su Casa. Momentos antes, Marchena recordará en El Mandato a Nuestra Señora de los Dolores su cuarto puñal clavado en el corazón, en el trágico momento en el que Jesús camina con su cruz de carey, cuando se encuentra frente a frente con Nuestra Madre.
Y como un año más, generación tras generación, la Verónica se subirá al paso para secarle el rostro a Jesús. Se rememoran los instantes en los que Jesús caminó con su cruz y sus Tres Caídas, y Jesús dará su bendición con su brazo a todo el pueblo. Un momento precioso que al menos merece ser contemplado una vez en la vida.

El Señor inicia su camino a Casa, acompañado por los sones de su Centuria y de su escolta personal que, como cual leal ejército, no dejarán solo a su Señor hasta que llege a Su Casa en San Miguel. El Señor llega a Su Casa, pero las emociones aún no acaban aquí.





Cae la tarde y El Cristo de San Pedro sale a la calle de forma impresionante, en una salida complicada y digna de ver. Lleva el silencio por música. Su cara lleva la serenidad que le produjo la muerte por tanto sufrimiento y, en un precioso paso, alzado con una enorme corona y flanqueado por un precioso dosel de tercipelo, nos recuerda que ha muerto un Rey, el Rey de los judíos. Su Bendita Madre de Las Angustias lo acompaña con el consuelo de San Juan, el discípulo amado, al que el Señor de San Pedro le pidió, antes de morir, que cuidara de su madre.


Llega el Sábado Santo, y llega la tarde a la Iglesia de Santa María. Marchena, una vez más, se agolpa para presenciar uno de sus momentos cumbres. Y es que faltan minutos para que la Señora de Marchena salga al encuentro de sus hijos. El Santo Entierro va a desfilar el cuerpo yacente de Nuestro Señor y en el Arco de Santa María se agolpa la multitud para ver un momento único que no merece nadie perderse. La estrechez de la puerta primero, y la estrechez del Arco apenas unos metros después, son unos momentos que hacen contener la respiración a cualquiera.
En un impresionante paso de grandes dimensiones sale El Santo Entierro, acompañado por una representación de todas las Hermandades de Marchena, las Tres Marías vestidas de luto y cogidas de la mano, y la Fé, respresentada con una túnica blanca y los ojos vendados, demostrando que la Fé es ciega.
Y, a continuación, sale la Señora de Marchena, Nuestra Señora y Madre de la Soledad. En su precioso y único paso, que se conserva tal y como salió en sus orígenes, con su techo palio tallado en tul, les aseguro que a día de hoy no podrán observar un paso de palio como el de La Soledad. Los pasos de palio evolucionaron en forma de que fuesen más ligeros, con menos peso, más vistosos cuando muchas procesiones incluyeron el acompañamiento musical, y con pasos más cómodos para los costaleros, incluyendo la altura de las trabajaderas. La Hermandad no ha perdido ni un ápice de sus orígenes, y nada ha cambiado apenas en su Estación de Penitencia. Roza la candelería del paso, roza todos sus ornamentos pero, milagrosamente, nada se rompe y la Señora de Marchena pasea por las calles del pueblo donde ella es Reina.
La Señora de Marchena sigue paseando por las calles de Marchena y nos acercamos al momento de la recogida. Marchena se agolpa de nuevo en el Arco de Santa María y van llegando las últimas horas del Sábado Santo. Llega el Domingo de Resurrección, el Señor entra en su Iglesia, Triunfa la Santa Cruz, pero la Madre de los marcheneros aún debe de quedarse un rato más con sus hijos.
Es de madrugada, pero es muy temprano para que aún la Soledad se recoga. Sus hijos quieren estar con ella, quieren demostrarle lo mucho que la quieren y, en forma de mil saetas, no dejan que se marche. Se resisten a que la Semana Santa llege a su fin, esa semana grande que ya acaba y que durante todo un año han estado preparando. Muchos tienen en mente a sus seres queridos y a los que ya no están y, en el recuerdo, le demuestran a La Soledad lo mucho que la quisieron sus hijos ausentes.
Mientras le canten saetas, La Soledad no se moverá de allí, se quedará con ellos escuchándoles sus oraciones en forma de cante sentimental, ese grito que expulsan los sentimientos que les brota desde lo más profundo de su alma para demostrar el inmenso cariño que le tienen los marcheneros a su Bendita Madre, y que nunca podrá ser devuelta por el Amor que Ella les da.
La Soledad se recoge y con ella se acaban las Estaciones de Penitencia en Marchena. El Domingo de Resurrección los marcheneros podrán aún recorrer las Iglesias del pueblo para poder presenciar los pasos dormidos –esperando a ser desmontados– y las Imágenes devueltas a sus Altares. Desde ese mismo día se inicia la cuenta atrás para la próxima Semana Santa que, con impaciencia, volverán a preparar los marcheneros que regresarán cada año.
Y que volverán, como la cigüeña regresa al campanario. Regresará la Semana Santa y, entre la espera y esperanza –que ambas van cogidas de la mano–, se contarán los días que faltan para que todas estas hermosas sensaciones retornen. La Semana Santa nunca acaba, siempre se comienza la del año siguiente el mismo día en que termina.

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